Tenemos un sistema de protección de menores que tiene serias carencias. El artículo siguiente evidencia que cuando el sistema se ha tensionado con la llegada de muchos menores no acompañados, todas las alarmas se han encendido.
Si el sistema funcionara podría reaccionar mejor ante situaciones extremas como la que se denuncia en este artículo. La situación política y social que estamos viviendo no puede ser excusa para no afrontar de una vez la reforma tan necesaria. Ni los menores acompañados, ni el resto de menores, ni sus familias, podemos esperar más.