Publicado el 10 de mayo en El Punt Avui:
Este diario publicaba recientemente unas declaraciones de la directora del ICAA (Instituto Catalán del Acogimiento y la Adopción) en la que se indicaba que 300 menores buscan un hogar que los acoja temporalmente mientras puedan volver con su familia. Sorprende que en una sociedad como la nuestra, tan solidaria en tantos otros aspectos, no lo sea tanto en este, y los niños tengan que permanecer en centros. De una manera recurrente nuestros políticos hacen declaraciones de este tipo, pero la verdad es que después se avanza poco.
Ahora, un menor ingresado en un centro cuesta a la Administración, como mínimo, 4.000 euros cada mes. Hay entramados complejos de fundaciones, asociaciones... que gestionan estos centros, y lo que es peor: no cumplen su función teórica de conseguir que el menor se reintegre a la familia o llegue a la mayoría de edad con una formación y preparación adecuadas.
Reconociendo la importante labor y dedicación de muchas familias acogedoras de menores, también es cierto que muchas otras se sienten maltratadas por la administración que, más allá de buenas intenciones, no cree que el mejor lugar para un menor es su familia.
Muchas cosas hay que cambiar en este país en relación a la protección de nuestros menores. El excesivo poder de unos técnicos, por encima incluso de los jueces. Procedimientos obsoletos y estructuras poco transparentes. Así lo comprobamos diariamente con los cientos de reclamaciones de familias afectadas que APRODEME recibe.
Ojalá las próximas declaraciones al respecto sean para decir que ningún menor está en un centro. Si de verdad se cree, será posible.
Click aquí para ver publicación original: PuntAvui 10 mayo 2013
Estoy totalmente de acuerdo con la noticia. Los acogimientos familiares no salen adelante por las malas experiencias que las familias han sufrido en la relación con los técnicos de las administraciones, que no de la experiencia de acogimiento que suele ser fantástica. Si no repiten la experiencia no es por el sufrimiento que se provoca a los miembros de la familia, sino por el que se provoca a los niños acogidos. Por eso, ante la impotencia de ver como se vulneran los derechos de los niños tutelados, las familias deciden no prestarse a ese juego maltratador, cosa perfectamente comprensible en una sociedad civilizada. Aún así, el ingreso en centros de menores también es maltratador, por lo que los españoles debiéramos plantearnos la opción menos mala y optar por los acogimientos aún a riesgo de saber que los derechos de los niños se respetarán durante el acogimiento pero posiblemente acabarán por vulnerarse tras una decisión administrativa arbitraria.